conjugar la memoria
Era una noche loca, sin gobierno
RRS
La nostalgia
es un lugar peligroso. Allí el dolor está cerca de las emociones y en la
escritura, como en la vida, las decisiones que se toman a partir de la emoción
pueden ser fatales. La cercanía a estos espacios de emoción y memoria implican
riesgo y entrega. Por lo tanto, frente a este texto, busco identificar el
origen y no el destino. Solo de flauta
de René Rodríguez Soriano se funda en el decir de la memoria. La estructura del
libro niega el diario o la bitácora. Cada breve pieza es un solo de tiempo, no
el recuerdo de una escena, sino la conjugación de un instante preciado. Un
compuesto de sueño, magia y tiempo.
Capricho:
imagino el libro destartalado en el aire, hecho mil mariposas. Si una de estas
alas perdidas viniese a parar en tu regazo leerías en “Certidumbre de las
manos”, que una mujer se complace sola mientras el hombre, lejos, desespera,
“Me palpé como un gusano, y percibí un pitito en la distancia. No sabía nada
del frío y sus secuelas; no conocía la nieve, las heladas”. El cuerpo propio puede
ser el espacio de lo ajeno, el animal que crece a la sombra de la soledad.
Rodríguesoriano se caracteriza por diseñar juguetes de mecanismos
particulares. Es recomendable llegar a él sin tramas preconcebidas, de lo
contrario, el lector se vería ante el libro como el turista que posee un buen
mapa de Detroit, pero está en París. El único requisito para esta lectura es la
libertad, la destrucción momentánea de las orientaciones; el reto está en
perderse: “Y una vez más, cientos de miles de veces más, volvió con los
senderos, con la brújula en banda, pensando que cantaba”. Para quien haya
degustado de las locuras del siempre niño René, encontrará en este Solo notas de su fuero anterior: el
constante coqueteo y homenaje al Tío
Julio (Cortázar), la reorganización de los mapas, la conveniente relación
entre desplazamiento y temporalidad, la negación de lejanías. Con Solo de flauta se consolida el
muestrario del vasto conocimiento de este escritor: sus cosmogonías, sus
lecturas, su música. La mujer aquí es la muchacha locura e ingenuidad, en otras
ocasiones es la valentía y el desenfado: “Se fue por la pendiente del hastío,
pensaste. Y te encontraste de pronto frente a la noche, transeúnte, solo y sin
anillo”. Este es el juego propuesto, el del imposible dentro de lo posible. El
fuego siempre el fuego. Mi corazón
amaneció prendido en fuego… El cuerpo de la mujer cercana, soñada, el
contorno de una guitarra, un estadio repleto en Los Ángeles o el espejo roto de
Borges. El autor sostiene una diatriba entre el fondo y la forma que pende de
un hilo conductor de colores, frutas y aromas; una película delineando épocas,
canciones inolvidables, esquinas coloniales, el campo como un landscape del olvido, amigos,
gastronomías, cómplices y amantes. En la relectura concluyo que es el amor lo
que articula estos relatos, que son cortos, cortísimos en ocasiones, pero que
sin duda conjugan el aleph de un universo llamado Rodriguesoriano.
Rey Andújar
En Chicago – Marzo 2013
La granja salvaje
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